Si Dios, nuestro Padre en sus designios de amor nos envió a su propio Hijo, Jesús a salvarnos; si a pesar de nuestras desobediencias nos amo tanto y nos hizo hijos en Jesús: no pretendamos nosotros transitar por esta vida sin sufrimiento ni dolor. Su propio Hijo Jesús vivió la pasión, la humillación y la muerte de cruz; prefirió hacer la voluntad de Dios y humillarse que aceptar los honores del mundo.Jesús sabía que en su muerte, vencería a la muerte, es decir a Satanás.
Sabemos nosotros que una vida de pecado nos aleja de Dios y nos condena a vivir acá sin paz, en las tinieblas del mundo y ganándonos en el mejor de los casos el purgatorio, o el mismo infierno. De allí que debemos hacer todo lo posible para seguir a Cristo y defender la salvación que el Padre Dios en EL nos regaló. En definitiva o seguimos a CRISTO o seguimos a Satanás.
El sufrimiento de Jesús tuvo un motivo: nuestra salvación. Nuestro sufrimiento también debería tenerlo: “Unirnos con el sufrimiento de Jesús, OFRECERLO y atesorar méritos para la purificación de nuestra alma (Col 1,24)
La prueba nos purifica como el oro en el fuego; en verdad de allí saldrá probada la fe y nos pareceremos cada día mas a El; el premio no lo tenemos acá, el premio es la certeza de lo que gozamos al pasar de esta vida a la gloria eterna.
El pecado afea el alma; nos aleja de Dios; nos deforma; nos hace rebeldes a la voluntad de Dios. No hay pecado que Dios no pueda perdonar; El perdona y olvida. Todos somos pecadores; Dios nos ama como hijos que caemos en el pecado a pesar de los efuerzos de evitarlo; el pecado habita en nuestra naturaleza humana (Rm 7, 15-25)
Hasta el mas pecador es hijo de Dios. Él no hace acepción de persona. Dios nos ama, somos sus predilectos. Satanás nos odio y trata de destruirnos y alejarnos de Dios (Mt 5, 43-48)
Dios me perdona el pecado y la culpa (Jer 31,34), en el sacramento de la confesión, pero ese pecado dejo una herida, un daño, una deuda. Dios me da la oportunidad de amortizar el daño que causé con mi pecado, me da la oportunidad de reparar las consecuencias de mi pecado. Únicamente Él sabe a cuanto asciende esa pena, esa deuda. Sin duda es conveniente saldar esta pena acá en esta vida, y no en el purgatorio. CIC 1472-1473.
Todos nuestros sufrimientos, dolores y enfermedades “ofrecidas” nos sirven para ordenar desde acá nuestra eternidad; como así también todas las obras de bien que podamos realizar. El objetivo es llegar al Cielo!
Y si lo que ofrecemos es mayor de lo que debemos, María como ecónoma del Cielo y dispensora de las gracias, lo pondrá en algún hermano que en el purgatorio, necesite ayuda. Si cancelo mi pena al morir voy al Cielo, sino cancelo acá en la tierra lo haré en el purgatorio. Es por eso que debemos orar mucho por nuestros antepasados que han fallecido, para ayudarlos a salir del purgatorio.
Es importante ofrecer misas por nuestros antepasados, a veces ellos buscan nuestra ayuda, por ejemplo si nosotros soñamos con nuestros familiares difuntos, quiere decir que ellos están necesitando de nuestras oraciones, y la oración por excelencia es la Santa Misa.
Otras formas que tenemos para borrar esas heridas que nos dejo el pecado, además de ofrecer el sufrimiento, es hacer obras de Misericordia, y rezar la Coronilla de la Misericordia.
Por eso si estás pasando una situación difícil, en tu vida, lo mejor que podes hacer es ir al Santísimo Sacramento a encontrarte con Jesús y ofrecerle a Él tu sufrimiento de corazón. De a poco el dolor irá disminuyendo, y ese espacio vació que quedo dentro nuestro, El lo llenara con el Espíritu Santo, es decir que estaremos mas vacíos de nosotros mismos y mas llenos de Dios.