Como las heridas de nuestro pasado destruyen nuestro presente

Con frecuencia nos encontramos con matrimonios que ya no dan más, quieren separarse, pero estos problemas que generan esas crisis, NO nacen de la relación de pareja. Aunque así parezca, se trata de problemas originados en la niñez y juventud y que ambos trajeron al matrimonio.

Se trata de una acumulación de resentimientos, amarguras, odio, rechazos, a veces sin causa justificada. Por eso a pesar de querer actuar con bondad y de manera diferente, de dar cariño y amor en su hogar como padre, madre, esposa o hijo, no lo logran.

El siguiente caso ilustra lo que acabo de comentar: Se trata de alguien a quien sus padres quisieron abortar y cuyo nacimiento fue normal, gracias a Dios. A medido que fue creciendo, se fue mostrando solitario, no sabía dar ni recibir amor, aunque deseara hacerlo. Sus padres no entendían la causa de este comportamiento. Se preguntaban:¿porqué es así?¿porque no se parece a sus hermanos? Si le damos todo, ¿porque no nos responde y nos trata tan mal? Preguntas como estas son las que los padres se hacen ante la situación de sus hijos, sin advertir que ellos son frutos de un árbol cuyo tronco está enfermo y que hay que curar desde la raíz.

El caso es que este niño viene afectado desde antes de nacer. Allí, en el vientre de su madre, fue rechazado, no recibió amor, fue tratado como un desconocido, como un estorbo que vino a quitar la paz, como un obstáculo para los planes del hombre y la mujer que lo engendraron. Fue sentenciado despiadada mente a la muerta.

Y que pasará con aquellos niños engendrados en el pecado?¿ que sentirán esas criaturas? ¿el mismo miedo de sus padres?¿la mentira y falsedad con que llegaron al acto que les dio vida?¡ El efecto del estado de embriaguez en que se encontraban el padre, la madre, o ambos?¿ El pánico que tenía aquella joven de quedar embarazada? Estas y mil preguntas más, aunque no lo creamos, van alimentando a este ser que acaba de ser concebido y cuando nace, trae consigo lo que le transmitieron.

Es indiscutible: llevamos con nosotros una carga pesada, a veces inconsciente, que no nos deja realizarnos como adultos y no nos afecta sólo a nosotros mismos, sino también a quienes nos rodean.

Como conclusión: en muchos casos, cuando el matrimonio está a punto de romperse, advertimos que el problema no está en la relación de la pareja. Será necesario, entonces, dar un vistazo a la niñez y juventud de ambos y a la motivación que trajeron al matrimonio, ya que algunos carecen de vocación para él. A éstos les será muy difícil enfrentarse con la realidad, y necesitarán una ayuda mayor.

Tratemos de profundizar un poco en algunos de los casos antes mencionados:

NIÑOS ADOPTIVOS:

Los casos de personas que se han criado en orfanatos son muy particulares.

Pero sucede algo peor con aquellos que han sido adoptados por hogares donde son aceptados como hijos, pero a quienes nunca se le dice la verdad por temor a rechazos. Esto es bastante delicado. Al niño adoptado, desde pequeño, se le debe ir ayudando a enfrentar esta situación, ya que existe el peligro, en su juventud, alguien sin escrúpulos y a sangre fría le revele todo, o simplemente algún familiar, muchas veces, por celos, envidias o chantajes, etc. le haga saber que esos padres actuales no son sus padres.

Si este niño ha llegado al uso de razón, puede fácilmente entrar en un estado crítico de desesperación, que puede llevarlo hasta el desequilibrio emocional o psíquico y algunas veces hasta un estancamiento fisiológico que impida su desarrollo normal.

A veces no comprendemos todo esto. Sin embargo, el choque o golpe que se recibe es tan duro, que lo menos que puede pasar es que la persona se vuelva rebelde, angustiada, se sienta terriblemente sola, pierda el sentido de la vida y alguna vez llegue incluso hasta el suicidio.

Hay hijos adoptivos que han sido muy felices en su segundo hogar. No pocos, sin embargo, conocedores o no de la verdad, sufren el inmenso vacío producido por la falta de cariño y amor de sus verdaderos padres. Si bien es cierto que en su nuevo hogar han sido aceptados y han recibido cariño y amor, también lo es que antes de esto recibieron una herida tan profunda que difícilmente sanará. Es preferible que las personas que se han hecho cargo de ellos les vayan ayudando a entender su realidad, desde que son muy pequeñitos.

Una forma muy fácil de hacerlo es la siguiente:

Que a medida que van creciendo se les enseñe a orar; esto implica, pedir con ellos por sus verdaderos papás, vivos o muertos, donde el Señor los tenga; darle gracias a Dios porque por ellos, EL ah querido darle la vida. Mostrarles como Dios provee, y a pesar de que sus papás no están con ellos, EL no los desamparó sino que le regaló un nuevo hogar.

Enseñarles a dar gracias a Dios por sus nuevos padres, que quieren darle lo mejor. También es importante que los padres adoptivos pidan a Dios bendiciones para los verdaderos padres, por darles la alegría de ayudar a ese niño y el perdón por el abandono que le hayan causado.

Lo anterior es una ayuda poderosa ante la falta de comunicación, la agresividad, la timidez, la soledad, los complejos y otros problemas que usualmente sufren los niños adoptados.

NIÑOS CRIADOS EN HOGARES DONDE UNO DE LOS CÓNYUGES NO ES EL PADRE O LA MADRE

Hay personas que por inmadurez, por escapar de una situación difícil, por no conocer bien a su compañero (a), por no dedicar tiempo suficiente al noviazgo, por ambición, por desengaño amoroso, por presión de la sociedad, por pasión, por falta de conocimiento de Jesucristo, han formado hogares a la ligera y después de unirse y tener hijos, deciden separarse.

Y en algunos casos, al poco tiempo se “organizan” de nuevo según ellos. No obstante, la actual situación de los hijos del primer matrimonio es terrible. Tienen que aceptar a un extraño que les dice: ¡Aquí mando yo, si no les gusta pueden irse! Y es aquí donde empieza el calvario de los hijos, que algunas veces los lleva a la perdición, pues a muchos los vemos “morir” en la droga, en el alcohol, el abandono del hogar.

La mayoría de estos hijos pierden la paz, la alegría, el deseo de seguir estudiando; algunas hasta su virginidad y otros hasta el deseo de vivir.¿Porque? Porque quien llega no es su padre o madre. Para ellos es casi un desconocido, un cualquiera, que en muchos casos los trata con indiferencia y dureza, y en otros fingirá ser el padre o madre bueno y responsable frente a su cónyuge, pero cuando pueda hará uso de su autoridad como se le antoje, frente a criaturas indefensas que sienten que el que antes era su hogar ya no lo es. Otros llegan como un cero a la izquierda y sin la más mínima autoridad.

TESTIMONIO:

En un retiro conocí a una mujer, que llevaba una vida muy triste. Cuando tenía 7 años, su papa abandonó el hogar, después de pasar hambre y sufrimiento, su mamá trajo a otro hombre. Desde los 11 años, su padrastro comenzó a molestarla sexualmente, y la amenazaba con que si le decía a su madre, él le aseguraría que era ella quien lo buscaba.

Su padrastro llego hasta la violación sexual. Como no resistió más la niña le contó a su mamá, pero ésta no le creyó. Sin el apoyo de su madre y con miedo a su padrastro , no pudo soportar más, y a los 13 años se marchó.

Se juró así misma que se casaría con el primer hombre que la mirara y le diera a oportunidad. A los 18 años se casó con un hombre que aparentemente la respetaba. Vivió una vida llena de tristeza por los traumas que sufrió departe de:

  • Un padre borracho que abandonó el hogar
  • Un padrastro borracho que la violó
  • 38 años de matrimonio con un esposo borracho. De él tuvo 9 hijos y una vida infernal.

Cuando la encontré me dijo “quiero suicidarme, nunca he sido feliz, ni como hija, ni como mujer, ni como esposa, ni como madre”

Aquel día en ese retiro Jesús tocó su corazón y le cambió la vida. En ella la imagen del hombre estaba deformada por su padre y por su padrastro. Por eso jamás había podido ver la verdadera imagen masculina ni en su esposo, ni en su padre, ni mucho menos en Dios Padre. La imagen de mujer la había destruido su propia madre. Ella a su vez jamás había podido valorarse a sí misma. Odiaba a las mujeres, ya que ellas habían destruido su propio hogar. Ahora, de madre, no podía dar amor ni cariño a sus hijas, pues su imagen de mujer estaba distorsionada.

En esta señora vemos los efectos de un hogar destruido por padres irresponsables. Cuando fue al matrimonio encontró “la muerte”, pues ya no pudo volver a vivir en paz hasta el encuentro personal con Jesús, quien le devolvió la vida por medio de la sanación interior.

SITUACIÓN TRAUMÁTICA VIVIDA EN LA NIÑEZ REPERCUTE EN EL MATRIMONIO 

Soy Doctora y llevo 20 años de matrimonio, en los cuales no he sido feliz, y además he hecho infeliz a mi esposo por mi frigidez sexual con la cual yo estaba arruinando nuestro matrimonio. Pero el Señor tuvo misericordia de nosotros después de tantos años de sufrimiento.

Afortunadamente soy doctora. De lo contrario, la fortuna que hubiera gastado en honorarios hubiera sido superior a lo que poseíamos. Fui donde ginecólogos y endocrinólogos; éstos me remitieron al psiquiatra, al psicólogo, todos ellos me enviaron al sexólogo. Los exámenes que me hicieron indicaron que mi problema era un trauma sexual, y que solamente el sexólogo podría ayudarme.

Después de hacerme todas las pruebas necesarias en mi país, me las hicieron en los Estados Unidos. Todo resultó en vano: yo seguía con el mismo problema de frigidez.

Cuando conocí al Señor hace  10 años, puse mi enfermedad en sus manos. En varias ocasiones me mostró la siguiente escena, que vi cuando sólo tenía 5 años (ahora tengo 45 años).

Una señora tenía dos hijas, y se dedicaba a comercializar con ellas. Estaba yo en mi casa y vi cuando una de ellas salía corriendo, y detrás de ella un hombre. La madre había echo trato con el hombre pero la joven no quería y salió huyendo. Esto dió lugar a que el hombre hiciera el acto sexual en medio del patio. En presencia de todos los que ahí estaban. Esta escena venía a mi mente repetidas veces.

Durante el retiro, le pregunté al Señor:¿ porque la frigidez esta acabando con mi matrimonio?, en ese instante se me presentó la imagen recién mencionada, entonces le pregunte ¿porque veo esto si esto no es lo que quiero saber? Y el Señor me respondió: “Por que esa es la causa de la frigidez que tu tenías”. Me sorprendí al oír “que tu tenías”, y más aun cuando me di cuenta que ya no había tal frigidez. El sábado por la noche tuve relaciones con mi esposo, esta vez muy diferente . Estamos viviendo una verdadera luna de miel, distinta a la común. Nuestros queridos hijos están saboreándola, ya que no ven a sus padres con caras amargadas sino sonrientes. Ahora ven a una madre que se siente libre.

Esto es uno de los tantos testimonios donde he descubierto no solo el poder de la sanación interior, sino también lo difícil que es realizarnos en la vida cuando estamos llenos de heridas o cicatrices del pasado.

Ahora pregúntate a ti mismo: ¿Vale la pena seguir viviendo así?¿Si tenemos a quién ir y Quién nos dé la curación?

DECIDITE!!!!! NO LO PIENSES MAS!! DECILE QUE SI HOY MISMO. Y EL SEÑOR SE ENCARGARÁ DE HACER EL RESTO…EN EL NOMBRE DE JESUS TE LO PROMETO.

Detente un momento, piensa: ¡Jesús te ama hasta la locura! Di con San Pablo: “Me amó y se entregó por mi” (Ga 2,20)

¡Lo necesitas! Tu vida ha sido tan dura y te han echo tanto daño que ni siquiera puedes recordarlo todo de una vez. Hay partes de ella que no conoces, ÉL sí…Aprovecha este momento, pídele a Jesús que ilumine los rincones oscuros de tu vida. Si llegan a tu mente escenas o circunstancias dolorosas, vívelas con Jesús a tu lado; El está a tu disposición.

  • Si no sentiste amor, Él es la misma ternura.
  • Si tuviste traumas, Él es la paz.
  • Si viviste en soledad, Él es el amigo.
  • Si fuiste rechazado, Él te acepta como eres, te toma entre sus brazos.
  • Si te despreciaron, vales mucho para Él.
  • Si fueron injustos contigo, Él es la verdad.
  • Si estuviste triste, Él es la alegría.
  • Si te sientes muy poca cosa, vales su Vida, su Sangre, su Amor.
  • Si fuiste culpable, Él te perdona.
  • Si estás caído, Él te levanta: es tu Redentor.

Dile: “TÓMAME, Me entrego a ti, limpiame, purifícame, sáname, lláname. Permanece en silencio unos minutos. Te darás cuenta de que su respuesta no se hace esperar. Verás que dijo la verdad cuando exclamó: 

“Vengan a mi, todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviare”

 

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