¿QUE ES LA IGLESIA?
La Iglesia de DIOS es la mayor obra de amor de nuestro Padre Dios. Al volver Jesús al Padre, nos envió al Espíritu Santo y quedó ÉL como “cabeza” de su Iglesia; todos nosotros, pueblo de Dios, somos el cuerpo, el cuerpo místico de Cristo.
Tenemos una cabeza en el cielo y una cabeza visible en la tierra: el Santo Padre, que junto a los cardenales, obispos y sacerdotes configuramos la Iglesia Peregrina o Iglesia Militante: somo el pueblo de Dios que camina hacia la Iglesia Triunfante. Militamos de la mano de Cristo.
¿COMO CONSEGUIR LA SALVACIÓN?
Todos estamos salvados por que Cristo nos salvó; nada debemos hacer para salvarnos. Si es nuestro deber “defender” el regalo de la salvación, y lo defenderemos precisamente en este camino de Iglesia. No es lo mismo conseguir la salvación de nuestras almas, que defenderla.
Insisto la salvación es un regalo que debemos defender utilizando los medios que nos ofrece la Santa Iglesia. Haré una comparación: Cristo nos regaló un cheque en blanco firmado con su sangre donde figura el regalo de la salvación, y nos pide que lo defendamos caminando su Iglesia. Ese cheque no debemos endosarlo a nadie, todo lo contrario, debemos conservarlo y defenderlo hasta el día del juicio.
Si nos alejamos de Cristo, a través de prácticas que nos apartan de ÉL ( Reiki, yoga, esoterismo, ocultismo, metafísica, Nueva era, meditación trascendental, masonería y toda práctica donde Cristo no sea el centro), endosamos ese cheque. Y es precisamente Cristo en su Iglesia. como la parábola del hijo pródigo, quien nos sale a buscar, y a partir del arrepentimiento nos permite volver a poseer el cheque.
La Iglesia Triunfante es a la que aspiramos, es la que Cristo nos regaló con su resurrección, es a la que llegaremos después de morir y habiendo defendido la salvación a través de un camino de Iglesia acá en la tierra. Allá, ya sin sufrimiento, dolor ni muerte, pues ya la venció Cristo con su resurrección, adoraremos a nuestro Padre Dios en el rostro visible de su Hijo Jesucristo, El Señor. ÉL es la cabeza de la Iglesia. Él es el principio y el fin, el alfa y el omega.Allá estaremos en la Comunión de los Santos con todos los que ya están totalmente purificados, ellos interceden por nosotros, para que podamos seguir caminando en la Iglesia peregrina.
NUESTROS INTERCESORES
También interceden por nosotros los ángeles, arcángeles y por supuesto la Santísima Virgen María, a quien Dios le concedió el titulo de: “Reina y Señora de todo lo creado; Reina de todos los Santos y ángeles del Cielo”
Ella es infinitamente inferior a Jesús e infinitamente superior a toda criatura de Dios. A Dios llegamos únicamente por Jesús: camino, verdad y vida y por la fe en ÉL llegaremos al trono de Dios. A Jesús llegamos por medio de poderosos intercesores: María y los Santos. Los santos son santos porque siguieron el camino de Jesús y lo imitaron, a punto tal que fueron espejo de Cristo en la tierra.
Ellos fueron iguales a nosotros, ellos llegaron primero y nos enseñaron el camino de Jesús, ellos fueron y son instrumentos que nos ayudan a llegar a Dios, jamás debemos quedarnos con ellos solamente, porque la finalidad de los intercesores es que lleguemos a Cristo. Si nos quedamos allí, terminamos en idolatría a los santos o a María, y lejos están ellos de querer eso para nosotros.
EL PURGATORIO O IGLESIA PURGANTE
El Purgatorio no solo esta en el Catecismo de la Iglesia Católica, sino que es palabra de Dios 1 Cor.3, 10-15; dice el último párrafo: “él se salvará, pero como quien pasa por el fuego”. El fuego del purgatorio son llamas de purificación, es fuego que limpia las manchas de las consecuencias de los pecados que NO saldamos acá en la tierra – llamada pena del pecado.
Daré un ejemplo simple: si yo levanto una calumnia sobre una persona, sin duda debo confesarme. El Señor a través del sacerdote me absuelve del pecado y de la culpa cometida en ese pecado. Pero el daño que mi acción produjo en ese hermano lo debo reparar, y resulta conveniente que lo reparé acá, pues allá en el purgatorio, según dicen los santos místicos, como Santa Brígida, no es divertido.
La reparación la hago con: obras de caridad con mi hermanos, ofreciendo misas por los difuntos, entregando mi sufrimiento, esa enfermedad, ese dolor que no sé cómo manejar y que además le echo la culpa a Dios porque “me lo mandó”; a partir de este concepto cobra sentido la enfermedad y todo lo que nos pase en la vida Rm. 8,28
Es decir que las almas del purgatorio no tienen posibilidad de pasar al cielo sino a través de las oraciones y ofrecimientos de la Iglesia Peregrina, que somos nosotros. Por lo tanto es un deber de todo católico orar por las almas benditas del purgatorio; es absoluta la dependencia que tienen con nosotros.
A nosotros nos conviene orar por ellas; cuantas mas almas pasen al cielo debido a nuestras oraciones mas intercesores tendremos para seguir caminando acá en la tierra. si un hermano mio necesita una ayuda y pidiéndosela dar no lo hago, tendré que rendir cuentas de la omisión; más aun debo hacerlo con las almas del purgatorio.
Las benditas almas del purgatorio pueden interceder por nosotros, podemos requerir su presencia y vendrán en nuestra ayuda, pero ellas no pueden orar por ellas mismas.
LOS INVITO A AMAR Y A NO JUZGAR A NUESTRA IGLESIA
Nuestra Iglesia es santa y prostituta, dijo San Agustín; santa porque la sostiene Dios y prostituta o pecadora porque esta formada por nosotros los hombres. No es la Iglesia en tercera persona, sino que es mi Iglesia, donde Cristo derramó su sangre en la cruz.
La Iglesia perfecta sólo la encontraremos en el cielo, y allí nos daremos cuenta de que valió la pena defender la salvación que Cristo nos regaló, permaneciendo en un camino de Iglesia; Jesús es la cabeza y nosotros su cuerpo.